El pasado mes de Julio, concretamente el día 2, tuvo lugar la marcha cicloturista Buff 4 Cims en Bagà, pueblo de la comarca del Berguedà, provincia de Barcelona, Catalunya.
En Terra BikeTours no nos la quisimos perder y dos miembros de nuestro staff, cogieron las bicis y se fueron para allá.
La Buff 4 Cims nace por la nostalgia de unos pocos y es que recupera el circuito de la clásica que se organizaba en los ‘90 por la Unió Esportiva Sants en este paraje espectacular para la práctica del cicloturismo.
La edición 2017 contaba con dos recorridos, uno de 161 km (182 km en realidad ya que acaba arriba del Coll de Pal y hay que bajar hasta Bagà de vuelta) y 3.600 m de desnivel positivo, y uno más suave de 110 km y 1800 m de desnivel positivo.
Nosotros hicimos la corta, no estábamos aún preparados para la exigencia de la larga.
La salida era temprano, a las 8.00h concretamente, lo que obligaba a hacer noche ahí. Y este es un tema a tener en cuenta ya que no es fácil alojar a las 1400 personas que participaron en la prueba y a sus acompañantes (y sus bicicletas). La solución pasaba por reservar con bastante antelación o pasar la noche en la caravana o furgoneta.
Nosotros no hicimos ni una cosa ni la otra así que no quedó más remedio que hospedarse en un refugio de montaña algo alejado de la población. Con las ganas que teníamos de pedalear, no supuso mucho esfuerzo el madrugar un poco más.
La marcha tenía un precio de 46.95€ que incluía, además de la participación en el evento y el control de tiempo, un maillot conmemorativo de la marcha y un lote de productos de regalo así que, a nuestro parecer, no estaba nada mal.
Vayamos a lo que fue la marcha:
Nos despertamos temprano, cogimos las bicis y nos dirigimos a Bagà. Ahí, al lado del campo de fútbol municipal, habían habilitado un parking donde dejamos el coche y fuimos a tomar un café calentito. Si, hacía mucho frío… a esas horas y en el corazón del Cadí Moixeró, no parecía que fuera verano. Ahí empezaba el eterno debate: ¿y ahora qué me pongo? Hacía mucho frío en ese momento, pero realizar toda la marcha nos iba a llevar unas 4 o 5 horas, la temperatura iba a subir, había subidas y sus consecuentes bajadas… Así que ¿me abrigo más? ¿me abrigo menos? Total, que al final hubo que salir valiente y confiar en que el cortaviento hiciera algo más que simplemente cortar el viento.
Al principio se pasó mucho frío, pero luego se agradeció, ya que excepto en la cota más alta, coincidiendo con la estación de esquí de La Molina donde volvía a hacer mucho frío, el resto del día fue muy agradable.
La marcha empezaba en la plaza del pueblo (en la que hay una fuente que vino muy bien para rellenar los bidones) y, sin prisa, fuimos desfilando todos los participantes. Una vez abandonamos el pueblo, nos dirigimos hacia Guardiola de Berguedà. Destacable la labor de los Mossos de Esquadra custodiando en todo momento al grupo. En Guardiola, la carretera empezaba a ponerse para arriba, pero fue en la Pobla de Lillet donde realmente se podía decir que empezaba el primer puerto del día, el Coll de la Creueta (21,4 km al 5,05%). Un puerto espectacular con unas vistas increíbles de la zona y, aunque no tiene pendientes exageradas, los 21,4 km de subida, el viento de cara en algunos tramos y algún que otro repecho duro, obligaba a todos los participantes a estar concentrados ya que, de subestimarlo, el resto de la marcha se te podía hacer muy larga.
Una vez coronado el puerto, el primer avituallamiento del día. Ahí arriba hacía frío así que primero de todo, abrigarse. El avituallamiento, muy completo: fruta fresca, frutos secos, agua, productos de uno de los patrocinadores e incluso croissants de chocolate, una delicia.
En ese punto, los participantes del recorrido largo y del corto se separaban. A los valientes de la larga, les tocaba bajar por el otro lado e ir a subir la Collada de Toses por su vertiente Norte (21,7 km al 3,3%).
Nosotros retomamos la marcha e iniciamos uno de los descensos más largos que nunca antes habíamos hecho. Dirección Campdevànol por la Collada de Toses en su vertiente Sur, unos 40 km todo para abajo, una gozada. Eso sí, convenía encontrar algún grupo sino, pasado Ribes de Freser donde el descenso era menos pronunciado, te iba a tocar dar pedales sin ayuda. Una vez abajo el grupo de cabeza del recorrido largo nos pasó como una exhalación… como iban… ¡y llevaban un puerto más que nosotros! Sin palabras…
En Campdevànol iba a empezar el segundo y último puerto del día para los de la corta, el Coll de Merolla (12,64 km al 2,74%). A nosotros todavía nos quedaba agua y algo de comida así que, para no cortar el ritmo, decidimos no parar en el avituallamiento que se encontraba justo al inicio del puerto. Este puerto, al no ser muy exigente y como habíamos ido guardando en la Creueta, nos permitimos el lujo de apretar un poco más. Una vez arriba, el trabajo ya estaba casi hecho, descenso hasta Guardiola de Berguedà, un pequeño tramo llano y volveríamos a estar en Bagà. En este descenso había que andar con mil ojos, era un curveo continuo y había algo de gravilla en el asfalto y si te despistabas un instante, te podías ir al suelo.
Finalizado el descenso, unos 5 km llanos dirección a Bagà. En Bagà, el speaker, la música, la gente del pueblo animando… una sensación muy gratificante al cruzar la meta y a la vez pensando en los que habían decidido hacer el recorrido largo: mientras nosotros habíamos terminado, ellos todavía tenían que afrontar el puerto más largo del día, el Coll de Pal (19,3 km al 6,6%). Nosotros lo dejamos para otra ocasión.
Una vez finalizada la marcha, dejamos la bici en el parking para bicis habilitado por la organización y fuimos a los vestuarios a darnos una ducha merecida. Luego, Pasta Party, bebidas y café gratuito para los participantes, cortesía de un patrocinador.
Ya solo quedaba colocar las bicis en el coche otra vez y despedirse de ese lugar idílico.
Así dimos por finalizada una magnifica jornada de ciclismo que, seguro, vamos a repetir.
Valoración final.
La organización de diez: tenían todos los detalles controlados, había muchos voluntarios en los avituallamientos para que no faltara de nada, fotógrafos repartidos por diversos puntos del recorrido, vehículos de asistencia, mecánicos en moto atentos a todas las averías que pudieran ocurrir, custodia en todo momento por los Cuerpos de Seguridad, señalización clara y abundante, voluntarios en los cruces que podían crear alguna confusión… Realmente la única preocupación del ciclista era dar pedales, así todo es mucho más fácil.
Poderse duchar al finalizar la marcha fue todo un detalle y la Pasta Party, que no por ser habitual deja de ser un detalle importante.
Y, por último, unos días después de la marcha, enviaban a todos los participantes su diploma conmemorativo con el tiempo empleado para finalizar la marcha y la posición final.
Nada tiene que envidiar a las mejores marchas cicloturistas de la península, de seguir en esta línea, dentro de poco tiempo será una marcha referente.